Nada más sentarnos ante nuestro ordenador de sobremesa o portátil, al encenderlo, lo primero que nos encontramos es con el sistema operativo. Este sirve de base para todas las funciones que nos propone, además de para el resto del software que instalamos y usamos en el mismo. Ya hablemos de Linux o Windows, lo cierto es que son sistemas que han avanzado enormemente en los últimos años.
A pesar de todo ello, a pocos se les escapa en estos momentos que la propuesta de los de Redmond con Windows 10, es la más usada y extendida en todo el mundo. Con alrededor de 1000 millones de equipos basado en esta alternativa, la diferencia respecto a sus más directos competidores es enorme. Pero eso no quiere decir que no haya otros muchos s que se decanten por otras alternativas en este mismo sentido. De hecho, aún varios millones siguen usando Windows 7, un software prácticamente acabado.
Por otro lado, nos encontramos con las muchas distribuciones de Linux de las que podemos echar mano y que se han convertido en una alternativa más que interesante a Windows. De hecho, se podría decir que este, a pesar de ser menos popular, es un sistema operativo más potente y completo que Windows. Es por ello por lo que estos se decantan a usar alguna de estas versiones de Linux en sus equipos para el trabajo diario.
Es más, en estos momentos podemos asegurar que hay muchas cosas que podemos hacer en Linux, pero que son imposibles o sumamente complicadas de lograr en su competidor. De hecho, de eso es precisamente de lo que os hablaremos a continuación.
Disponer de un sistema operativo gratuito
Una de las primeras cosas que nos vienen a la cabeza a la hora de usar Linux en lugar de Windows, es que podremos comprar un nuevo PC sin pagar por el sistema operativo. O aunque ya dispongamos de cualquier ordenador, no tendremos que comprar la licencia, como sucede en Windows, para poder usar ese equipo sin problema con un sistema lo suficientemente potente.
trabajar en Linux, son ostensiblemente menores.