Una de las primeras cosas que solemos cambiar nada más comprar un ordenador nuevo es el fondo. Cada fabricante suele establecer por defecto un fondo creado por él mismo (bastante feo, por cierto), e incluso Windows tiene su fondo característico, el fondo azul claro con el logotipo del sistema. Cambiar el fondo es uno de los aspectos más básicos de la personalización de un sistema operativo, y permite al adaptarlo a sus gustos y darle un toque personal y único. Pero existen otras formas más completas de personalizar el sistema operativo y adaptarlo a nuestros gustos: los temas.
Qué son los temas y diferencias con los fondos
Los temas de Windows llevan ya tiempo presentes en el sistema operativo de la compañía, desde la era de Windows XP. Sin embargo, no ha sido hasta la llegada de Windows 10 cuando han empezado a ganar más protagonismo al simplificarse la forma de usarlos.
Cambiar el fondo es básicamente eso, colocar como Cambiar el fondo de Windows individualmente no consume recursos. Hacerlo mediante un tema, prácticamente tampoco, aunque implica tener un proceso cargado en el sistema que se encargue de ir rotando el tema como tal.